sábado, 23 de octubre de 2010

CARTA A MI AMADO ESPOSO (Asi en palabras intente expresar a mi marido cuanto lo amo)

Carta a mi amado esposo
Cada día me doy cuenta que sos la persona que más amo en el mundo. Que Dios es perfecto, y cuando creó la familia, lo hizo para que simplemente dos personas se amaran para toda la vida; Dios quiso que viviéramos acompañados y por eso inventó el matrimonio, llevar mi vida de la mano de la tuya es algo hermoso. Es algo que solo una verdadera pareja lo puede sentir y experimentar. Mis hijos son lo más importante que me diste, pero alguna vez tomarán sus vidas y se irán llenitos de todo lo que nosotros les dimos... llenitos de amor, de enseñanzas, de sabiduría, de vivencias y de un montón de cosas, para que puedan encontrar la verdadera felicidad... Hoy tenemos una meta amor, y es preparar una valija inmensa, para que cuando ellos partan de nuestro lado... en cada prenda que tomen, lleven consigo un aprendizaje... y que nos devuelvan con sus vidas, todo el amor que alimentamos en ellos... Pero yo quiero respirar únicamente por tu amor el que me corresponde el que elijo y seguiré eligiendo siempre. Nos toca estar lejos, pero acá estoy mi vida, esperándote para recibirte con los brazos abiertos, para acompañarte en la distancia, para abrazarte y dejar en tu cuerpo los mejores deseos para ti para que vivas con  alegría, para que puedas hacer más liviana la lejanía, sabiendo que no estás solo que estoy junto a vos, para que juntos sigamos luchando, para que sepas que tal vez para el mundo no seas nadie pero para mí sos el mundo.

Esto también pasará

Una vez; un rey citó a todos los sabios de la corte, y les manifestó:”Me he mandado hacer un precioso anillo con un diamante con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar oculto dentro del anillo, algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a mis hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa del diamante de mi anillo”.
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados…pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.
El rey por esos motivos también lo consultó. Y este le dijo:
“No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”
¿”Como lo sabes preguntó el rey”?
“Durante mi larga vida en el palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un místico. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje.
Lo dobló y se lo entregó al rey.
“Pero no lo leas,-dijo. Matenlo guardado en el anillo. Ábrelo solo cuando no encuentres salida en una situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por el, sería fatal. No podía volver atrás porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento.
Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARÁ”. Fue en ese momento que fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.
Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado el camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio.
Ya no se sentía el trotar de los caballos.
El rey, se sintió profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido.
Esas palabras habían resultado milagrosas. Doblo el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejercito y reconquistó su reinado.
Ese día en que estaba victorioso a la ciudad, hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de si mismo.
En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:
“Apreciado rey, ha llegado el momento para que leas nuevamente el mensaje del anillo”
¿Qué quieres decir? Preguntó el rey-“Ahora estoy viviendo una situación de euforia, las personas celebraron mi retorno, hemos vencido al enemigo”.
Escucha dijo el anciano este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es solo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es solo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje “ESTO TAMBIEN PASARA”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio del a muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.
Entonces el anciano le dijo:
“Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.